miércoles, 27 de diciembre de 2006

Logran dos récord Guiness

Más de 20 mil mexicanos se dieron cita para jugar partidas simultáneas con la presencia del maestro Anatoly Karpov

Uno de los placeres de cualquier arduo trabajador consiste en dormir hasta tarde un domingo. Pero ayer, muchos de ellos cedieron este significativo placer con tal de entregarle a México dos récord Guiness en lo que toca al Ajedrez.

Desde las siete de la mañana miles de personas comenzaron a llegar a la plancha del zócalo capitalino para ocupar sus lugares entre los bloques de colores que designaban su lugar: Verde, blanco, negro y rojo.

En el letrero de la entrada se estipulaba claramente, no más de 13 mil 503 personas, suficiente para batir el récord de 12 mil 388 impuesto a principios de año en Pachuca. Pero el número quedó chico para el entusiasmo de más 20 mil mexicanos que se contabilizaban cuando la manecilla del reloj indicaba el mediodía.

Pero no se puede tener todo en la vida, aquellos que durmieron sus horas como cualquier domingo no pudieron ser contabilizados para el récord Guiness, pues no estuvieron presentes a partir de las 10 de la mañana cuando se dio inicio a las partidas simultáneas.

La desmañanada no les importó, estaban preparados, entre los libros de ajedrez y los tableros estaban los pañuelos y gorras con los que combatían el calor proveniente de los inclementes rayos del sol, que amenazaban con romper su concentración, pero no el entusiasmo.

El protocolo ponía 20 personas en una misma mesa, todos contra un maestro que jugaba contra cada uno de ellos. Así se podían observar gente de todas las edades, ideologías y condición social diversas jugando codo a codo, algunos incluso ayudando a su vecino para que pudiera permanecer más tiempo en la mesa. El padre ayudaba al hijo, la comadre que aún no jugaba muy bien recibía consejos del estudiante de CCH sentado a su lado, fanáticos de Pumas y América no dejaron que el color de sus camisetas nublara su juicio en blanco y negro.

Querían un lugar en la historia. Aunque después de unas horas se dieron cuenta que les costaría un poco más que buenas jugadas lograrlo.

"Mire nomás que vaya al baño y ahorita regresamos", suplicaba una señora con su hijo de la mano al encargado de la puerta, quien sin mucho interés replicaba "Si se salen ya no van a poder entrar".

Esto no sólo sucedía en las partidas simultáneas, conforme iba avanzando la jornada, el ambiente se tornaba un poco más hostil en la firma de autógrafos del Campeón Mundial Anatoly Karpov quien batió el récord de 2 mil ejemplares de su libro.

Los Boy Scouts encargados del orden comenzaban a acusar los efectos del hambre y reclamaban sus lunchs a los organizadores del evento. La gente acalorada pedía que se agilizara la firma.

Algo que no sucedería en una hora porque a diferencia de los Scouts, Karpov sí se fue a comer.

"Es que deberían de dar fichas para no estar parados aquí", proponía una mujer cuya mirada estaba clavada en los huaraches de nopales con salsita roja que vendía una indígena a unos metros.

Después de las cuatro de la tarde, con los récords bajo el brazo, los que renunciaron a unas horas de placer onírico volvieron a casa con espíritu renovado y el orgullo de ser parte de un sueño.

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